Ultimamente.

Ultimamente se me llenan las noches de luna.
No se si por esa sonrisilla que me esbozas,
cuando parece ser que piense en nada mirándolo todo.
O por que los días ya me resultan demasiado oscuros.
Por que las lagrimas se me caen aunque intente sujetarlas
al pensar que hace muchas lunas que no sonrío.

Que tal si...

Y que tal si...
No déjalo.
Está bien así.
Tú con tus cosas,
yo con las nuestras.
...
No, no lo está.
Que tal si...
No déjalo.

Nudo.

No eres más que la ausencia de ti mismo. No soy más que la ausencia de mí mismo. Toda la fanfarronería ejemplar, la verborrea ininteligible y las filosofadas paulatinas no son más que un proyecto desechado. Un prototipo de ideal que no transciende del papel o la palabra. Que más da dejarlo todo o dejar nada. Cuando es cuestión de dejar, cuando eso es lo difícil.
Sabes que mirarás atrás una y mil veces, que añorarás. Que comenzarás a apreciar cosas que antes eran insignificantes. Tal vez sea la única manera. Tal vez la huida consciente, y no cobarde, sea la única vía para encontrarme, o, al menos, para buscarme.

Introducción.

Una vez has abierto los ojos te das cuenta de que estas atrapado. Las ventanas están abiertas, puedes salir y entrar con total libertad. Podrías tomar un tren o un avión e ir a cualquier parte, pero no lo haces. Tu cárcel es tu vida. Amistades, familia, aficiones... Todo te hace permanecer inmutable, pasivo. Conviertes lo material en tu única fuente de energía, un ordenador, un reproductor con más capacidad, un coche. Pero no aprecias que esa alegría es banal. Siempre hay algo más moderno, más grande, más potente.
Abres los ojos y te das cuenta de que quieres huir, pero no lo haces, no puedes.