lunes, 27 de julio de 2009

Descanse en paz.

De repente te encuentras con lo indescriptible. Lees, por ejemplo, a Benedetti y los sentimientos desbordan desde la mente precipitándose al corazón. Buscas las palabras, pero no existen. Piensas en el silencio, pero no es suficiente. Es como un cielo grisáceo, emborronado, casi sumido en la oscuridad, atravesado por un haz de luz, que se proyecta sobre un solitario árbol que hace equilibrio al borde de un acantilado. Mientras la inmensidad del océano atormentado ruge amenazante allá abajo.
Pero no es suficiente.
Esto denota que el corazón es imperfecto, como todos viene sin pulir. Pulirlo duele y aun así nunca es perfecto, solo se acostumbra al defecto.
¿Cómo hizo él para escribir?
Lastima que se lo llevase consigo. Al menos quedó él.