lunes, 2 de junio de 2008

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Tras la puerta se vislumbra una luz, débil como el llanto de una vela. El flexo ilumina una mesa, tabla blanca sobrepuesta en dos burrillas.Sobre esta una pila de hojas de papel, acompañan otras garabateadas a lo largo de la tabla. Junto a estas un vaso de güisqui, color amarillo tabaco, sobre el que navegan dos fundidos trozos de hielo. Al otro lado un cenicero infestado de colillas, aun humeante.

La tenue luz del flexo ilumina su barba desarreglada. Pluma en mano garabatea veloz, como si las ideas fuesen pasajeras. El rasgueo en el papel se escucha en la profundidad de la estancia.

Las amarillentas hojas de papel son su lienzo. Arruga con desesperación otra más, no es lo suficientemente perfecto.

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