lunes, 2 de junio de 2008

Hoy

Hay días en los que te despiertas con una extraña sensación. Decides descansar un poco más, hoy no iras a trabajar. Te despiertas pasado el rato y vas a desayunar. Huevos, cereales, café, fruta; hoy saben diferente, mejor. Vuelves al cuarto y te vistes, hoy no harás la cama.

Sales del ascensor y observas que llueve, pero hoy da igual. Cruzas el portal y empiezas a caminar sobre el húmedo adoquinado. Te propones disfrutar del momento, de cada paso, de cada cruce de miradas.

No necesitas paraguas, hoy no. Disfrutas de las tibias gotas de agua que resbalan por tus mejillas. Te sientas en un banco y observas la vida pasar. Los pasos acelerados de la gente huyendo de la lluvia, de aquel afable anciano que llega tarde a la partida matinal.

De repente algo llama tu atención, un hombre uniformado con llamativos colores, escoba en mano. Anda despacio, barre cuidadosamente cada palmo. No tiene paraguas, hoy llego tarde a trabajar, pero le da igual.

Te das cuenta de lo afortunado que es, de lo afortunado que se hace ser.
Para él ayer y mañana también son hoy.

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